En este artículo me voy a centrar en la importancia de la comunicación y la escucha a la hora de establecer relaciones humanas de buen trato, basadas en el respeto, la comprensión, la validación… Muchos de nuestros conflictos relacionales se deben a problemas de incomunicación, que generalmente conducen al distanciamiento emocional y la incapacidad de ver al otro/a.

Somos seres sociales, necesitamos comunicarnos, compartir nuestras ideas, fantasías, miedos, experiencias…con otras personas.

La comunicación humana es un encuentro, donde se comparten mensajes y significados, entre el emisor y el receptor, papeles que se van alternado en dicho intercambio comunicativo. Por lo tanto es un proceso bidireccional.

A través de la comunicación nos relacionamos, podemos mostrar nuestra identidad, autoafirmarnos y desarrollarnos como personas.

La comunicación es en sí mismo un medio para la relación. La podemos utilizar para cooperar, solucionar conflictos, procurar el entendimiento o por el contrario para confundir, generar distancia o lucha. Cada acto comunicativo de una persona afecta a los otros/as, y a la vez está influido por ellos/as (existe circularidad en dicho proceso).

Se da en un contexto de interacción donde es posible que la significación tenga sentido.

Watzlawick, fue uno de los pioneros en estudios sobre terapia familiar, teoría de los sistemas y conocido por sus contribuciones a la teoría de la comunicación. Planteó los siguientes axiomas de la comunicación humana:

1. Es imposible no comunicarse. Toda interacción social es comunicativa. Cualquier comportamiento de una persona en presencia de otra es significativa y comunicativa, independientemente de que exista propósito o no de comunicarse.

2. Niveles de sentido de un mensaje. Todo mensaje tiene dos niveles: un sentido de contenido (ideas, pensamientos, sentimientos…) que transmite de forma verbal y explícita; un sentido que se refiere a la relación entre interlocutores, se suele expresar de forma no verbal. Este aspecto relacional incluye al primero e implica una  metacomunicación. La comunicación muchas veces sirve para confirmar o desmentir la definición de una relación.

3. La naturaleza de una relación depende de las secuencias de comunicación. Puede existir dualidad de mensajes. El mensaje verbal indica una cosa y el mensaje no verbal la contraria. Cuando se emite un mensaje con dos sentidos diferentes, el significado depende más del sentido no verbal que del verbal. Las personas nos fiamos más de los aspectos no verbales que de los verbales para determinar el significado de un mensaje.

4. Modelos de interacción. Los intercambios comunicativos son simétricos, están basados en relaciones de igualdad o complementarios, están basados en relaciones de diferencia. Ambos son funcionales mientras los/as miembros/as acepten la situación que han creado. Cuando uno de los/as miembros/as no acepta el tipo de relación, se establece una lucha y puede aparecer un conflicto.

5. La comunicación implica dos modalidades: la digital (las palabras, lo qué se dice) y analógica (la comunicación no verbal, cómo se dice, la mirada, los gestos, el tono de voz…).

La creencia de que la propia visión de la realidad es la única realidad, es el más peligroso de todos los delirios. Paul Watzlawick.

Es importante el feedback en la comunicación, se refiere a la respuesta del interlocutor, cómo ha entendido el mensaje y cómo le afecta. Al dar una respuesta validamos la comunicación, cobra sentido y aclara las relaciones personales y ayuda a comprender al otro/a.

Existen respuestas que dificultan la comunicación, por ejemplo cuando el interlocutor realiza una evaluación de la conducta del otro/a, le juzga o aconseja.

En todo este proceso es clave la escucha, cuando escuchamos activamente prestamos atención, recibimos y asignamos significados a los mensajes recibidos. Atendemos al mensaje, tratamos de entenderlo,  y a la vez indicamos al emisor que creemos que lo estamos entendiendo.

Al escuchar mostramos nuestro interés por la otra persona, por su mundo, por sus preocupaciones… La persona que está siendo escuchada, siente que la validamos, reconocemos, siente que es importante.

La persona que escucha observa no sólo el lenguaje verbal, si no también el lenguaje no verbal. Prestando atención  a lo qué dice, cómo lo dice, cuál es su intención, fijándose en la manera de expresarse.

Prestar atención a la otra persona requiere un esfuerzo cognitivo, resistir nuestras propias distracciones mentales, suspender nuestros juicios, no atender a nuestras propias necesidades, intereses y fantasías. No seremos capaces de escuchar al otro/a, si estamos centrados en nuestros pensamientos.

Para escuchar activamente tenemos que hacer el esfuerzo de estar disponibles mentalmente y físicamente, a través de la mirada, del contacto y la proximidad física, con nuestra postura y gestualidad.

Escuchar también implica dar una respuesta respetuosa, manteniendo una actitud de acogida, aceptación y apertura con el mundo de la otra persona. Esa actitud crea un clima de seguridad y confianza, permite que la persona se exprese tal como es, sin miedo a ser juzgada, criticada, no comprendida, sin tener que responder a ninguna expectativa, sintiéndose libre.

Para escuchar también tenemos que tener en cuenta la comprensión empática, la capacidad de ponernos en el marco de referencia de la otra persona. Cuando la escuchamos, captar su mensaje desde dónde él lo dice y siente.

A través de la escucha podemos mostrar quiénes somos, nuestra verdadera identidad, para poder relacionarnos desde ese lugar. Escucharnos a nosotros mismos y aceptarnos nos ayuda a clarificar nuestras ideas, emociones y reafirmar nuestro sentido del yo.

La escucha es un vehículo de unión, es una herramienta que todos/as poseemos y podemos utilizarla para crear vínculos humanos, que nos permitan sentirnos reconocidos, valorados y aceptados socialmente.

La comunicación es a la relación, lo que la respiración a la vida. Virginia Satir.