Las mujeres y su salud mental
En este artículo quiero hablar sobre cómo las diferencias de género afectan a la salud mental de las mujeres.
La OMS define la salud como un estado de bienestar físico, mental y social y no sólo como la ausencia de enfermedad. Es clave tanto desde la prevención como desde el tratamiento, tener una visión integral, biopsicosocial de los problemas para poder comprenderlos y dar respuestas que nos ayuden a afrontarlos.
No podemos olvidar cuando hablamos de salud el peso de las construcciones sociales y culturales donde hemos crecido las mujeres, ¿qué roles de género lleva asociado el hecho de ser mujer?, ¿cuáles son nuestros malestares de género?.
Nos hemos construido en una sociedad patriarcal y jerarquizada, donde los privilegios han recaído en los hombres, que ostentan el poder. Es una sociedad donde imperan las desigualdades, las relaciones de poder y las violencias. Se han establecido como si de algo natural se tratase, cuando se debe al aprendizaje, roles de género (masculinos/femeninos). Son rígidos, estereotipados y conforman verdaderos mandatos de género.
Así mujeres/hombres vamos construyendo nuestra identidad en base a expectativas, valores y comportamientos diferentes.
El hombre vertebra su identidad en el afuera. Se le enseña a ser asertivo, agresivo, activo, dominante, a no expresar determinadas emociones como el miedo o la tristeza, pero sí la ira. Se vinculan a través de lo público y su autoestima está muy relacionada con el mundo laboral.
Las mujeres somos educadas en el cuidado, para cuidar a l@s otr@s, nuestra vida tiene sentido a través del amor de l@s otr@s. La mujer vertebra su identidad en su mundo interior, emocional y relacional; se le permite expresar tristeza y miedo, pero no la rabia (aunque históricamente tenemos muchas razones para sentirla). Nos vinculamos con lo privado. Se nos enseña a ser sumisas, calladas, pasivas, dependientes, dar apoyo y sostén emocional.
Esta manera de socializarnos nos hace daño tanto seamos hombres como mujeres, como decía tenemos que seguir un camino marcado, unos mandatos de género y cuando los transgredimos se nos sanciona socialmente.
Los roles, estereotipos de género, nos dificultan la comunicación: hablamos lenguajes diferentes, tenemos intereses y expectativas diferentes como decíamos…que lejos de favorecer nuestras relaciones las vuelven más complicadas.
Se ha observado como existe una relación entre el rol de género, la identidad y los problemas de salud que sufrimos las mujeres.
Las mujeres demandamos más atención sanitaria por quejas somáticas, ansiedad y depresión. También se da un mayor consumo de psicofármacos (antidepresivos y ansiolíticos).
Según el Ministerio de Sanidad, en una encuesta realizada en 2017, se obtuvieron los siguientes datos:
Las mujeres (14,1%) refieren con mayor frecuencia que los hombres (7,2%) problemas de salud mental.
El 9,1% de mujeres sufre ansiedad crónica frente al 4,3% de hombres.
El 9,2% de mujeres sufre depresión frente al 4% de hombres.
El 13,9% de mujeres consumen relajantes y ansiolíticos frente al 7,4% de hombres.
El 7,9% de mujeres consumen antidepresivos frente al 3,2 % de hombres.
¿Qué hay detrás de la ansiedad y la depresión? Encontramos dolor, frustración, soledad, culpa, falta de autonomía, baja autoestima, falta de tiempo y espacio, sobrecarga, desvalorización de nuestros cuerpos y nuestras vidas, incomunicación, conflictos, desigualdad, aislamiento social…
¿Creéis que todo este malestar se puede solucionar con fármacos? Vuelvo a referirme a la visión biopsicosocial en el tratamiento. Creo que los fármacos te pueden ayudar de manera puntual, pero es necesario cambiar aquello que te está causando dolor y malestar, que tiene que ver directamente con lo psicosocial. Las mujeres necesitamos recuperar el poder sobre nuestras vidas y nuestros cuerpos, ser capaces de elegir, tomar decisiones, establecer relaciones donde se dé cuidado mutuo, porque nosotras también necesitamos que nos apoyen. En definitiva empoderarnos y fomentar el autocuidado. Sin duda esto pasa también por cuestionarnos y replantearnos los roles de género, que tanto daño nos hacen.
Si no ofrecemos un abordaje biopsicosocial, teniendo en cuenta todo lo que influye y condiciona, mantendremos el problema y se cronificará.
Algunas de las razones que nos ocasionan malestar pueden ser:
- Se nos ha educado para cuidar, pero no para cuidarnos, esto conlleva que nos olvidamos de nosotras mismas, nos ocupamos de la vida de l@s otr@s y no de la nuestra.
- Doble jornada laboral, trabajamos dentro y fuera del hogar. Se necesita corresponsabilidad en los cuidados. Aparecen sentimientos de no llegar, de sobrecarga, de estrés.
- Históricamente muchas mujeres han sido amas de casa, realizando múltiples tareas, repetitivas, sometidas a estrés y sin ningún valor ni reconocimiento, tanto social como económico.
- Falta de espacios y tiempos para cuidarse, sensación de estar siempre disponible, conlleva gran frustración, hostilidad.
- Realizamos menos tareas creativas por esta falta de tiempo y espacio.
- Muchas mujeres son las cuidadoras principales de sus hij@s, de mayores, de personas dependientes. Genera sobrecarga y síndrome de burnout.
- Sensación de cansancio.
- Falta de reconocimiento social, conlleva baja autoestima.
- Dificultades para poner límites a l@s otr@s, por miedo a perder su amor. Estas dificultades tienen que ver con nuestro aprendizaje, ser calladas, sumisas…
- No se nos ha permitido expresar la rabia, la frustración; estas aparecen muchas veces en forma de quejas somáticas o a través de la tristeza.
- Cosificación de nuestro cuerpo, que depende de la mirada del otr@. Conlleva mucho dolor y maltrato a nuestro propio cuerpo para encajar en unos determinados cánones.
- Negación de la fisiología del cuerpo de la mujer (menstruación, parto, menopausia…), tratada ésta como sintomatología, que se intenta eliminar o disminuir, pero que no busca el conocimiento, dejando a la mujer en un estado de pasividad y percibiéndose como enfermas.
- Negación de nuestra sexualidad, más allá de la reproducción. Necesidad de conectar con el placer.
- La maternidad y la crianza, el peso social que tiene para las mujeres.
- Violencias de género que sufrimos (acoso sexual, acoso laboral, micromachismo, feminicidio,abuso sexual)…que va dejando una huella imborrable.
- Falta de red social y comunitaria.
Propuestas para mejorar esta situación más allá de los psicofármacos:
- Tener en cuenta una perspectiva de género para entender el problema.
- Trabajar para que se den cambios a través del feminismo y fomentar igualdad.
- Abordaje biopsicosocial desde los recursos sanitarios tanto desde la atención primaria como los recursos especializados de Salud Mental.
- Fomentar la psicoterapia y los grupos de apoyo.
Cuidarme a mi misma no es una auto-indulgencia, es auto-preservación y eso es un acto político. Decía Audre Lorde.
A nivel profesional ¿qué respuestas podemos dar?:
- Escuchar.
- Considerar lo que piensan, sienten.
- Conocer sus circunstancias personales, familiares, sociales, laborales.
- Favorecer actividades y proyectos propios.
- Fomentar la corresponsabilidad.
- Visibilizar y fomentar sus recursos personales.
- Desculpabilizarlas.
- Darles a conocer recursos comunitarios.
- Fomentar el autocuidado: que se dediquen tiempo, que se escuchen, que expresen sus deseos y necesidades, alimentación, sueño, higiene.
- Evitar diagnósticos aislados, descontextualizados.
- Fomentar la autonomía y que ellas sean las protagonistas.
- Coordinación con otros servicios comunitarios.
- Acompañamiento en su proceso de cambio.
A nivel personal ¿Qué podemos hacer las mujeres?:
- Cuestionarnos la sociedad patriarcal donde vivimos y los roles de género.
- Expresar nuestras necesidades y deseos.
- Expresar nuestros miedos, preocupaciones, la rabia y la culpa.
- Autocuidado.
- Crear proyectos personales.
- Construir una red social.
- Hablar de lo que nos sucede (cómo es el reparto de tareas, las desigualdades laborales, doble jornada, la crianza, la sexualidad…) con amig@s, de manera grupal.
- Buscar y fomentar nuestros recursos personales.
- Ser las protagonistas de nuestra historia.
- Expresen sus conflictos, busquen sus soluciones.
- Elaborar su malestar, su dolor y sus vivencias.
Quiero acabar con una canción que resuena con todo lo que he estado hablando en esta entrada, es de Ana Tijoux «sacar la voz», cómo la palabra nos puede ayudar a sanar.
6 comentarios
Es una verdad todo lo que se dice pero yo pienso que la cultura influye para valorarse a uno mismo mas como persona e igualarse con el genero masculino
Sin duda ese es el camino llegar a la igualdad entre personas.
muchas gracias
Gracias Cristina, si mejoramos nuestra autonomía, autoestima…no dependieramos de la cultura , de lo que dirán…soltariamos nuestros lastres y lograríamos más Felicidad.
Sin duda se darían cambios.
Muchas gracias
Buenos días Cristina, interesantes reflexiones las que recoges, así como las pautas que nos propones para cambiar la situación. Muchas gracias. Besos.
Ana
Muchas gracias